miércoles, 11 de diciembre de 2013

Capítulo 10.

Presente (Año 2013). Han pasado diez años desde que Micaela dio a luz a su hijo y aunque no han habido muchos cambios desde entonces, sí han habido algunos. Micaela sigue viviendo en el mismo piso que alquilaron ella y Saúl cuando este se mudó a Valencia, aunque ahora lo han comprado y son los propietarios. La mujer, ahora con 30 años, tuvo una de las notas más altas en la universidad cuando se graduó en la carrera de periodismo y Saúl es el dueño del bar en el que comenzó a trabajar de camarero, ahora convertido en restaurante. El pequeño bebé que nació fruto de su amor, Jorge, ahora es todo un muchachito, bastante maduro e inteligente para su edad y el orgullo de sus padres cada vez que una profesora habla de él. Se podría decir que los tres conforman una familia perfecta que convive en armonía y en felicidad.

A pesar del tiempo que ha pasado, Saúl y Micaela siguen queriéndose como el primer día y su pasión se mantiene intacta. Se puede decir que después de una vida difícil para Saúl, con un padre alcohólico que lo culpaba de la muerte de su madre, y para Micaela, cuyos padres murieron en extrañas circunstancias, ahora el destino parece sonreírles.

Falta poco para Navidad, un par de semanas aproximadamente. Este año van a estar algo más solos, ya que Ezequiel y Adriana no se encuentran disponibles para acompañarlos esta vez en una época tan importante. Sin embargo, la ilusión por la proximidad al día es visible en el día a día de la familia Sánchez-Rojas.
- Mamá, ¿harás otra vez la tarta de chocolate este año para Navidad? - pregunta Jorge sentado en la mesa del comedor dejando de escribir en su cuaderno de Matemáticas.
- Claro que voy a hacerla. A tu padre y a ti os encanta, así que no lo dudes, cariño - contesta Micaela dándole un pequeño y afectuoso pellizco en la mejilla.- Sabes que siempre intento hacer todo lo que sea de vuestro agrado para que paséis las mejores navidades de todo el mundo.
- Eres la mejor, mami - asegura Jorge con una sonrisa de oreja a oreja. Micaela le devuelve la sonrisa acompañada de una caricia en la cabeza.- ¿Falta mucho para que venga papá?
- No, cielo, está al llegar. Me mandó un mensaje hace un momento para decirme que ya estaba cerrando. Hoy ha tenido mucha clientela, así que estará muy cansado - le explica Micaela a su hijo mientras ultima los detalles finales de la cena antes de servirla.
En ese momento, se escucha el ruido de una llave al entrar en la cerradura de la puerta. Jorge se levanta a toda prisa de la silla y corre hasta la entrada, abrazando a su padre en cuanto hace su aparición.
- ¡Papá! - exclama Jorge feliz de ver a su padre.
- Así da gusto llegar a casa. Aunque... Me falta algo - asegura Saúl disfrutando del abrazo de su hijo. Entonces, Micaela sale de la cocina y, rodeando el cuello de su esposo con sus brazos, lo atrae hacia sí, besándolo.- Ahora sí que es una acogida perfecta.

Mientras Saúl se duchaba, Micaela comienza a servir la mesa con la ayuda de Jorge, que siempre disfrutaba ayudando a su madre. Cuando el patriarca llega a la mesa, se encuentra con todo preparado y listo para empezar a cenar. Al verlo, se pone serio.
- Micaela, deberías haber esperado, no tienes porqué hacerlo tú todo - dice Saúl algo molesto.
- Tú estás cansado, cariño, has estado todo el día trabajando. ¿Qué menos que nada más llegar a casa puedas cenar tranquilo y acostarte? Anda, ven y come, que ya es tarde - Micaela ríe divertida por la intención de Saúl de fingir que está enfadado.
- ¿Sabes algo de Ezequiel? - pregunta Saúl sentándose en la mesa y cogiendo el tenedor para hincarlo en el pastel de carne.- Hace muchísimo tiempo que no hablo con él.
- Yo hablé con él hace un par de días. Tiene pensado quedarse en Boston y no sabe si volverá en dos meses, en seis o en un año. No entiendo qué se le ha perdido allí, pero si le viene bien el cambio de aires, me alegro por él - responde Micaela echando de menos al hombre que tantos años cuidó de ella.
- Tengo muchas ganas de ver al abuelo Ezequiel - dice Jorge.- ¿Por qué no vamos a hacerle una visita?
- No podemos, cariño. Tu padre no puede dejar el trabajo.
- Pero vosotros dos si podéis ir aunque sea un fin de semana - sugiere Saúl.- Seguro que a Ezequiel le encantaría teneros por allí aunque fueran dos días.
- No sé... Quizás necesita estar sólo, desconectar de todo un poco... Amor, el abuelo Ezequiel volverá y ya vas a ver como el tiempo pasa volando y cuando menos te lo esperes, está otra vez aquí de nosotros - garantiza Micaela sonriéndole a su hijo.
- Es que se han ido todos, mamá... El abuelo en América y la tita Adriana no sabemos ni siquiera dónde está - dice Jorge algo triste.- Los echo de menos...
- La tita Adriana está salvando al mundo, pequeño. No podemos saber nada de ella porque está en una misión secreta, y por eso se llama así, porque es un secreto - explica Saúl haciendo caras para que Jorge ría.- Pronto volveremos a estar todos juntos, ya verás.
- Por cierto, tengo una buena noticia - exclama Micaela dejando los cubiertos sobre la mesa y poniendo las manos en alto para reclamar la atención de su esposo y su hijo.- Es probable que consiga una entrevista de trabajo como reportera para la sede del periódico de Hernán que hay aquí en Valencia.
- ¡Eso es una excelente noticia! - grita Saúl sin controlarse dejándose llevar por la alegría.- Seguro que Hernán y su familia te tratarían como la niña consentida del periódico por la amistad que tenían con tus padres.
- Me conformo sólo con tener el trabajo que siempre he querido - dice Micaela riendo.- Puedo trabajar desde casa, así que será perfecto.

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En Houston, la relación entre Katia y Hernán se había intensificado. Las noches apasionadas de sexo que han pasado juntos desde entonces no se podrían contar, aunque nunca han llegado a sentir algo más allá de la atracción física el uno por el otro. Y no sólo es deseo, sino que el interés y los beneficios que traen su relación están dentro del conjunto de razones por las que han pasado cada día juntos en los últimos diez años, excepto en algunas ocasiones en las que Katia iba a Rusia por negocios.

Cuando Hernán conoció a Katia, creyó ver en ella una mujer indefensa y sola que necesitaba un hombre cerca de ella, una hermosa mujer falta de cariño y con la necesidad de satisfacer sus deseos carnales, pero una década atrás, Katia le desveló un importante secreto que cambiaría su modo de verla y la situación económica de ambos.

- ¿Tienes que hacer algo importante hoy en el trabajo? - preguntó Katia echándola un vistazo a la yogurtería que iba cada fin de semana.
- Realmente no, pero tengo que estar allí para que vean mi interés por el proyecto - respondió Hernán.- ¿Por qué? No querrás tomarte un helado ahora, ¿no?
- No, no es eso - dijo Katia divertida y tornando su expresión algo oscura.- Quiero que entres en la joyería un momento antes de irte, me gustaría enseñarte algo.
- ¿Será rápido?
- Sólo serán diez minutos... Creo que ya es hora de que lo sepas todo - dijo Katia denotando un halo de misterio en su voz. Hernán la miró mientras seguía caminando, intrigado por la belleza tenebrosa de sus hermosos ojos.- No me mires así.
- No sé cómo pretendes que te mire... No entiendo nada de lo que estás diciendo ni en la manera que lo estás diciendo. ¿Quieres decir con esto que me has estado ocultando algo todo este tiempo y ahora lo vas a soltar de repente después de tanto tiempo de conocernos? - Hernán se encontraba en un estado entre sorpresa, preocupación e intriga.
- Si eres el hombre que creo que eres, te encantará lo que tengo que enseñarte - aseguró Katia antes de darle un corto beso y seguir caminando.
Entraron en la joyería después de que Katia la abriera con sus llaves. Sin embargo, justo después de abrirla, Katia volvió a cerrar las puertas e hizo una seña colocando su dedo índice en sus labios a Hernán para que se callase. Lo cogió de la mano y lo llevó al pequeño almacén que había en la parte trasera. Allí, encontró una gran cantidad de joyas dentro de cajas de cartón: collares, pulseras, pendientes, anillos... Todos singulares y diferentes entre sí. Habían decenas amontonadas a la derecha y más o menos la misma cantidad a la izquierda. Katia se acercó a las de la izquierda, cogió un collar de una de las cajas y se lo mostró a Hernán. El collar parecía ser de plata y en el centro tenía una esfera semejante a una perla.
- ¿Y bien? - preguntó Hernán intrigado. No entendía nada, no sabía que era lo que Katia quería decirle. Katia sacó una pequeña navaja que guardaba en su cartera y la hundió en la perla del collar. Hernán no salía de su asombro. Entonces, un polvo de color blanco salió de ahí, derramándose en el suelo.- ¿Pero qué es eso? 
- Cocaína, querido Hernán Valdés - dijo Katia dejando caer el collar, acercándose a él tanto que notaba su respiración en sus labios.- Bienvenido al maravilloso mundo del narcotráfico.

Desde entonces, Hernán decidió entrar en el negocio en el que Rusia y Estados Unidos estaban inmersos. Se trataba de algo de enormes dimensiones, algo que pensó creer fuera de su alcance, pero que se había convertido en parte de su vida, en una manera fácil de hacer una fortuna y convertirse en uno de los hombres más ricos de Houston. Cada dos meses, un avión ruso con permiso del gobierno para trasladar joyas de Rusia a Estados Unidos, llegaba aquí lleno de droga dentro de unas joyas falsas fabricadas con materiales endebles que, a primera vista para no expertos, podían simular perfectamente ser verdaderas. En el aeropuerto, Katia y Hernán esperaban a sus cómplices rusos para transportar las joyas del avión al furgón que las llevaría hasta la joyería para ser vendidas a hombres influyentes, amistades de Hernán, amantes de Katia u otros personajes de renombre que buscaban un lugar discreto para conseguir buena droga.

Tras un buen día de negocios, la singular pareja se tumba en la cama, extasiados y sonrientes por el dinero que habían ganado en este día tan próspero.
- Hoy ha sido un día perfecto - dice Hernán desabrochándose el botón de arriba de la camisa sin levantarse de la cama.- Mañana me levantaré temprano para mandarle algo de dinero a Carla para que prepare la construcción de una nueva sede en Sevilla.
- ¿No te parece bastante con las de Barcelona, Valencia y Madrid? - pregunta Katia con una sonrisa maliciosa, acercándose a él para darle besos en el cuello.- Me encanta lo ambicioso que te has vuelto. Eres incluso más hijo de puta de lo que eras cuando te conocí y eso me encanta.
- Invertir significa ganar, y cuanto más invierta en beneficio del periódico, más provecho sacaremos de él - explica Hernán introduciendo su mano dentro del sujetador de Katia para acariciar su pecho.
- Está usted juguetón hoy, señor Valdés, ¿no es cierto? - pregunta Katia poniéndose de rodillas con la cabeza a la altura del vientre de Hernán, desabrochándole el botón del pantalón.- Pero a mí a juguetona no e gana nadie y lo tienes más que visto...
Hernán echa la cabeza hacia atrás, suspirando de placer por tener a una chica tan joven y hermosa para él. Sin embargo, aquel placentero instante se vio interrumpido por el teléfono, que comienza a sonar. En un principio, Hernán y Katia deciden hacer oídos sordos, pero ante la insistencia, Hernán le ruega a Katia que pare y se levanta para contestar al teléfono. Al otro lado, escucha la voz de su esposa.
- Hernán, ¿estabas ocupado? - pregunta Carla inocente, que a pesar de la lejanía de su marido, le sigue siendo fiel y cree que él hace lo mismo.- Siento llamarte a esta hora, pero es importante.
- No te preocupes, cielo, acabo de llegar a casa. Hoy he tenido un día difícil en el trabajo, pero gracias a eso, mañana te mandaré el capital suficiente para organizar la construcción de una nueva sede del periódico en Sevilla - le informa Hernán pidiéndole a Katia con la mano que esperara ya que la chica, molesta, estaba comenzando a ponerse el pijama.- Perdona, pero estoy muy cansado. ¿Te importaría llamarme mañana?
- Va a ser sólo un momento, es que es importante... - dijo Carla casi rogándole que la escuchara.
- Está bien, suéltalo.
- Sé que me dijiste que jamás te mencionara nada relacionado con ella, que no querías saber nada sobre su vida ni querías siquiera escuchar su nombre, pero me veo obligada a hacerlo... - Carla está dudando, casi tartamudea y tiene miedo de la reacción de su esposo.- Siempre he respetado el favor que me pediste, pero ahora necesito decirte algo sobre ella.
- ¿De qué se trata? - pregunta Hernán sin más dilación. Ya sabe de lo que quiere hablar su esposa y durante los últimos doce años ella había cumplido su orden de contarle todo por teléfono cuando hablasen excepto hablarle de Micaela, al igual que había cumplido también la orden de no haberlo visitado en todo en su tiempo y conformarse con charlas telefónicas o e-mails.
- Verás... Micaela ha solicitado una entrevista de trabajo para trabajar de reportera en nuestro periódico, exactamente en la sede de Valencia, y como dejaste establecido, no podemos tomar ninguna decisión sin consultártela antes, por eso te he mandado el currículum de Micaela con e-mail y quería avisarte para que no te enfadases... - explica Carla muerta de miedo, siempre a la sombra de Hernán. Éste, con el teléfono en la mano, pasando por al lado de Katia sin mirarla, va al ordenador y entra en su correo electrónico. La ve, mucho más hermosa desde la última vez que lo hizo, esos ojos azules, esos rasgos, esos labios que tanto deseo le causaban...
- ¿En Valencia? ¿Y qué se la ha perdido por Valencia? - Hernán ya no puede parar. Micaela había vuelto a su cabeza, su nombre, su foto... Pensaba que estaba todo superado, pero no contaba con que algún día tendría que volver a saber de ella o a verla y que, en ese día, todo volvería a su cauce.- ¿Qué hace allí?
- Se mudó allí cuando Beatriz y Santiago murieron y tú te fuiste a Houston, se casó, tuvo un hijo y poco después acabó sus estudios de periodismo en la universidad.
"Se casó, tuvo un hijo..." eso fue lo único que Hernán escuchó de lo que Carla le había dicho, lo único que le interesa, lo único que le duele en el alma como si estuvieran arrancándole un pedazo de ella en ese preciso momento. Cuelga, se levanta de la silla, Katia sale de la habitación y lo ve de pie, inmóvil, mirando a la pared, con el teléfono en la mano.
- Hernán, ¿estás bien? - Hernán lanza el móvil contra la pared, estrellándolo. Empieza a gritar como un loco psicópata, sintiéndose un imbécil porque la mujer de sus sueños, aquella que estuvo a punto de tener, ahora es de otro, compartía su vida con un hombre con el que se acostaba cada noche, con el que habría hecho el amor, al que se habría follado locamente una y otra vez. Hernán se da la vuelta, coge a Katia de los brazos y la empuja contra la pared.- ¿Qué coño te pasa? ¡Suéltame, joder!
- ¡¿Estás conmigo?! ¡Dime, coño! ¡¿Estás conmigo o no estás conmigo?! - pregunta Hernán a voces como si el demonio estuviese dentro de su cuerpo.- ¡Dime de una puta y jodida vez si estás conmigo o no!
- ¡Sí estoy contigo, joder, sí! ¡Pero ahora suéltame y dime qué cojones está pasando! - Katia, asustada y a la vez furiosa, grita también. Gracias a sus gritos, Hernán respira hondo y, mediante un proceso lento, se tranquiliza.
- Quiero que llames a este número - le dice Hernán dándole una tarjeta que tenía escondida en la cubierta de su móvil.- Se llama Ricardo, dile que hablas de parte de Hernán Valdés, el amigo de su padre. Pídele que me consiga una buena pistola sin dejar rastro y el número de teléfono de su novia y que le avisaré para que me vaya a buscar al aeropuerto de Valencia. Voy a hacer las maletas...
- Hernán, no entiendo nada. ¿Puedes explicarme qué está pasando?
- Vas a venir conmigo a España. No hay tiempo de explicarte ahora. Por el camino te contaré una larga historia que se remonta a mucho antes de conocernos y de la que nunca te he hablado - le dice Hernán cogiendo una silla para sentarse.- Voy a necesitar tu ayuda para esto.
Katia jamás había visto a Hernán así. Parecía que se había vuelto loco, que había perdido la razón, aunque decide seguir sus órdenes y marcar el número del citado Ricardo para encargarle lo que Hernán había dicho.

Hernán está en la habitación preparando las maletas. A pesar del frío invernal que hace, Hernán está sudando tanto que tiene la ropa mojada. Echa un vistazo a su Tablet, que está en la mesa de noche y ve como ya se han confirmado los dos pasajes para salir hacia Valencia al siguiente día. Se asoma ligeramente por la puerta y ve que Katia sigue hablando por teléfono. Aprovecha esto para recoger el contenido de un amplio hueco tapado por la madera débil del suelo de su armario. Dentro, una serie de brazaletes y anillos rellenos de cocaína. Rápidamente, antes de que Katia volviese a la habitación, los mete en una de las maletas, entre su ropa.
- Definitivamente, mi vuelta a España va a ser más que triunfal...

3 comentarios:

  1. Eres increíble Josh, me encanta como escribes. ME encanta la reacción de Hernan cuando se entera que va a trabajar Micaela, que cabronazo es.....

    Cada vez se pone mas interesante :P:P

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  2. Muchísimas gracias, Rachel. Hernán es el peor, sin duda.

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  3. Josh, que fuerte... me encanta como escribes y como trasmites toda la tensión de la trama de este capítulo. Te sigo leyendo y me pongo al día...

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