domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 9.

En una pequeña sala, Micaela yace tumbada en una camilla con un camisón fino y largo y la barriga descubierta. Saúl, a su lado, parece estar nervioso pero a la vez entusiasmado. Al lado de ellos, una pantalla y una doctora echándose en la mano un gel frío y transparente.
- Esto está algo congelado, cariño. Es soportable, pero siempre lo advierto para que la paciente no se lleve ninguna sorpresa - dijo la enfermera haciendo reír a la pareja. Comenzó a extenderle el gel por el vientre y la pelvis y agarró el transductor para poder ver la imagen en la pantalla.- Mira, ahí lo tenemos.
Micaela y Saúl miraron a la pantalla y vieron aquella imagen de su bebé, del bebé que crearon la misma noche en que se casaron y que uniría sus vidas para siempre. Ambos estaban emocionados y felices. La sola idea de haber creado una vida entre los dos les hacían quererse más y sentirse los más dichosos del mundo.
- ¿Está todo bien, doctora? - preguntó Saúl.
- Está todo perfecto, señor Sánchez - contestó la doctora, que continuaba su labor de examinar la criatura.- Deberían haber venido antes, siempre viene bien realizar una primera ecografía en el primer trimestre del embarazo para descartar amenaza de aborto o algún problema en la placenta, el útero o los ovarios, pero gracias a Dios no es así.
- ¿Pero no pasa nada entonces por no haber venido antes? - preguntó Micaela inocentemente.
- No, no hay ningún problema, pero para la próxima vez que quede embarazada, trate de ir antes de los tres meses de embarazo, pero no se preocupe, usted ha venido a las quince semanas y, es más, es posible que ya podamos saber si es un niño o una niña - declaró la doctora con una sonrisa.
Micaela y Saúl se miraron, deseosos de conocer el sexo de su bebé. La doctora continuó deslizando el transductor por el estómago de la chica.
- ¡Voilá! ¡Aquí está! - exclamó la doctora, que parecía tan feliz como los padres.- Todo indica que será un niño, ¿ve ahí esa cosita?
- ¿Un niño? - Saúl dejó a Micaela, que estaba ensimismada en aquella imagen, y se acercó a la pantalla, mirándola fijamente y acariciándola con dos de sus dedos por la parte que estaba la cabeza de su hijo.- Voy a tener un niño...

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En Madrid, el periódico de Hernán seguía creciendo y creciendo, alcanzando grandes ventas y un alto nivel de prestigio. Alberto, al igual que Carla y Federico, ya tenía su propio despacho y había adquirido aún más poder en la empresa de su padre. Dentro de la oficina, discutían sobre el contenido del periódico que saldría al día siguiente.
- Las dos noticias más destacadas de hoy son el intento de asesinato de un concejal y el incendio en Girona, pero por ser el primero un tema de política, creo que es la que debería estar en portada - sugirió Federico revisando su libreta.
- A mí me parece bien, ¿tú qué piensas, cariño? - Carla miró a su hijo, que transmitía poder y prepotencia desde su silla, esperando una respuesta de su parte, ya que el también tenía voz y voto dentro del periódico.
- ¿De qué concejal se trata y qué ha pasado exactamente? - preguntó Alberto interesado en el tema.
- Se trata de Augusto Flores, un concejal de derechas. Le pusieron dos kilos de dinamita en los bajos de su coche, pero su escolta se dio cuenta y llamó a la policía, que hizo explotar la bomba sin causar daños materiales ni humanos - relató Federico mirando por encima de sus gafas.- Es el octavo atentado en Vizcaya en el último mes y medio.
- Tenemos que buscar noticias más fuertes, más sanguinarias, más trágicas - dijo Alberto levantándose de la silla y mirando a través de la ventana.- Si no le damos emoción al periódico, no podremos construir más sucursales por el resto del país en los próximos años. Tenemos que dejar de ser tan mediocres.
- ¿Acaso no te parece esta una noticia que vende, hijo? - le cuestionó Carla, que estaba preocupada por el gran cambio que había dado Alberto desde su llegada del internado.
- Nuestros reporteros son de poca calidad, más vale ir renovando la plantilla o esto se irá a la quiebra o nos mantendremos toda la historia con estos números, que no es que estén mal, pero podrían ser mejores - admitió Alberto con tono serio y decidido.- Hay que despedir y contratar mejores reporteros.
- No creo que eso sea lo más adecuado, Alberto - declaró Federico, que dejaba ver su inconformidad ante la propuesta del chico arqueando las cejas.- No hay porqué culpar a nuestros reporteros, es más, yo creo que son muy buenos.
- Pues yo no creo lo mismo, Federico, y por muy amigo que seas de mis padres eso no quiere decir que tengas más autoridad que yo aquí - respondió Alberto a la defensiva y mirándolo fijamente a los ojos.
- Pero yo sí tengo más que tú, Alberto, y no me parece bien despedir a nadie - dijo Carla saliendo en defensa de Federico.
- Creo que ahí estás equivocada, mamá. Seré tu hijo, pero en la empresa ambos tenemos el mismo poder y yo puedo despedir a quien me apetezca - aseguró Alberto dándole un tierno beso a su madre en la frente.- Si puede ser, me gustaría quedarme a solas para darle los últimos retoques a las columnas del número de mañana.
Federico y Carla salieron del despacho molestos por la decisión de Alberto y por su manera de llevar el tema y contestar sus quejas. En cuanto salieron del despacho, Alberto cogió el teléfono de su oficina y marcó un número.
- Ricardo, le habla Alberto Valdés, siento mucho la reciente muerte de su esposa, mi padre me contó que sufrió un infarto cerebral y quería darle mi más profundo pésame - dijo Alberto a través del teléfono sin ningún tipo de emoción en su rostro.- No tiene nada que agradecerme, usted siempre ha sido un buen amigo de mi padre y de la familia... Perdone, ¿es verdad que usted se ha retirado?... Vamos, mi padre me ha contado que cuando había que realizar algún trabajo sucio siempre podía contar con usted... - Alberto río por la respuesta del amigo de su padre, que también estaba divirtiéndose.- Sí, soy muy joven, pero también muy ambicioso, no se lo niego... 21 años... Sí, quería pedirle un último favor en nombre de la amistad entre mi padre y usted... ¿Conoce a Augusto Flores, el concejal? Necesito que me haga un favor...

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- ¿Qué tal ha estado? 
Hernán estaba en el baño situado al lado de su habitación en Houston lavándose los dientes y vestido únicamente con una bata de color marrón. En la cama, yacía una chica tapada con la manta hasta su cintura con sus deseables senos al descubierto. Miró a Hernán mientras se incorporaba lentamente y se encendía un cigarrillo. Este dejó de mirarse al espejo y le echó un vistazo a su amante, recreándose en su desnudez. La chica, tras darle una primera calada al cigarro, contestó sensualmente a la pregunta.
- Aunque llevo dos meses acostándome contigo, hoy ha sido una de las veces que mejor me has hecho el amor. Creo que hasta podría repetir... - aseguró levantándose y abrazando por detrás a Hernán, tomando entre sus labios el lóbulo de su oreja izquierda.
- No, querida Katia, hoy no va a poder ser... Tengo que ir a la empresa y tú tienes que abrir la joyería, ¿no has visto que hora es? - preguntó Hernán mostrándole el reloj de su muñeca.
- Oh, vamos, uno rápido... - le rogó la chica introduciendo sus manos dentro de la bata del hombre.- Sé que estás deseando volver a tener mi cuerpo para ti.
- Claro que estoy deseando, por eso mejor que estés quieta, te vistas y vayamos al trabajo - rió Hernán cogiendo las manos de Katia y alejándolas de él.- No sigas o no podremos parar, preciosa. Esta noche haremos todo lo que tú quieras.
Katia se dio por vencida, ocultó parte de su cuerpo con ropa interior y una camiseta y se preparó para un día más de trabajo.

Katia y Hernán caminaban juntos por la calle. Él iba con un traje de chaqueta negro con rayas grises y un maletín también negro. Katia llevaba una falda azul marino que le llegaba hasta las rodillas, un suéter blanco y encima, una chaqueta abrochada del mismo color que la falda. Macdougal Street se había convertido en la ruta diaria de Katia y Hernán para ir al trabajo, aunque ella llegaba antes que él a su destino, ya que la joyería estaba más cerca del apartamento de Hernán que el despacho de este.
- ¿Tienes que hacer algo importante hoy en el trabajo? - preguntó Katia echándola un vistazo a la yogurtería que iba cada fin de semana.
- Realmente no, pero tengo que estar allí para que vean mi interés por el proyecto - respondió Hernán.- ¿Por qué? No querrás tomarte un helado ahora, ¿no?
- No, no es eso - dijo Katia divertida y tornando su expresión algo oscura.- Quiero que entres en la joyería un momento antes de irte, me gustaría enseñarte algo.
- ¿Será rápido?
- Sólo serán diez minutos... Creo que ya es hora de que lo sepas todo - dijo Katia denotando un halo de misterio en su voz. Hernán la miró mientras seguía caminando, intrigado por la belleza tenebrosa de sus hermosos ojos.- No me mires así.
- No sé cómo pretendes que te mire... No entiendo nada de lo que estás diciendo ni en la manera que lo estás diciendo. ¿Quieres decir con esto que me has estado ocultando algo todo este tiempo y ahora lo vas a soltar de repente después de tanto tiempo de conocernos? - Hernán se encontraba en un estado entre sorpresa, preocupación e intriga.
- Si eres el hombre que creo que eres, te encantará lo que tengo que enseñarte - aseguró Katia antes de darle un corto beso y seguir caminando.

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5 meses y una semana después. La tensión y los nervios tiñen el ambiente, creando una atmósfera inquieta. Micaela está cubierta de sudor, respirando agitadamente, gritando sin ton ni son y sujetando con fuerza la mano de Saúl, casi lastimándolo. No podía creer lo rápido que había pasado el tiempo, la cantidad de sucesos que habían hecho de ella una mujer con todas las letras... Hacía más de dos años, se enamoró por primera vez a la par que perdía a sus padres, que murieron trágicamente de repente, de lo cual aún no tenía explicación. Se mudó de ciudad, compartió piso con su primer novio, se casó, perdió su virginidad y quedó embarazada en su noche de bodas... Y ahora estaba allí, en el paritorio, a punto de traer al mundo al niño que crearon ella y su gran amor, su esposo, el hombre que tan feliz la había estado haciendo desde que se conocieron y que estaba junto a ella deseoso de conocer al nuevo integrante de su familia. 

En la sala de espera, Adriana y Ezequiel esperan impacientes el nacimiento del bebé mientras tratan de entretenerse viendo la televisión en la sala de espera.
- ¿Cuánto suele tardar un parto? - preguntó Adriana desasosegada y mordiéndose las uñas.- Se me está haciendo eterno...
- El tiempo varía mucho de una mujer a otra, Adriana, no puedo decirte un tiempo exacto - respondió Ezequiel mirando a la televisión.- Mira, por fin han soltado al concejal ese.
- ¿El que secuestraron?
Ezequiel le hizo una señal con el dedo para que leyese el titular y escuchase la noticia. El titular decía así: "Augusto Flores, concejal, es rescatado tras más de cinco meses de secuestro."
- Después de casi medio año, Augusto Flores, concejal de derechas y víctima de un intento de atentado poco antes de su secuestro, es liberado por la policía - informó la presentadora de las noticias desde el televisor.- Su raptor, Ricardo Salamanca, fue abatido a tiros tras herir gravemente a un agente disparándole en el estómago mientras trataba de huir de la cabaña donde retenía al político que confesó haber vivido un infierno. Se desconocen los motivos de su secuestro, aunque todo indica que Ricardo podría pertenecer a la banda terrorista que estuvo detrás de su intento de asesinato. El hijo del secuestrador, también llamado como su padre, menor de edad, ha sido recluido en un internado bajo la tutela del estado. El periódico "Valdés y Bravo" ha sido el que ha emitido esta noticia en exclusiva antes que nadie, dejando ver así su profesionalidad y agradecemos su colaboración con la cadena. Le seguiremos informando.

Mientras una partera se encargaba de limpiarle el sudor y refrescarle la cara, las otras dos se preocupaban de sacar al bebé. Micaela cada vez respiraba más rápido y gritaba más, nunca había experimentado un dolor físico comparable a este.
- Aguanta, mi amor, respira - le susurraba Saúl a Micaela al oído, que no paraba de gritar.
- ¡No puedo! ¡No puedo respirar, joder! ¡Me duele! - gritaba Micaela una y otra vez, sin parar de repetir las mismas palabras.
- Vamos, cariño, tú puedes, seguro que eres una chica muy muy fuerte - dijo una de las parteras tratando de animar a Micaela.- Respira, respira tranquilamente, muy despacio y empuja, piensa que dentro de muy poco tendrás a un niño bellísimo entre tus brazos, el niño al que tanto has cuidado a lo largo de estos nueve meses.
Micaela lo pensó por un momento e hizo un intenso esfuerzo por aminorar su ritmo de respiración, procurando tranquilizarse.
- ¡Ya está aquí la cabeza! - exclamó una partera. Saúl, entre lágrimas y una amplia sonrisa, besó la sudorosa frente de su esposa, que rompió su momento de tranquilidad y siguió gritando, volviendo a respirar de nuevo a gran velocidad.- ¡Vamos, cielo, empuja, empuja!
Micaela realizó un último esfuerzo y comenzó a escuchar un llanto. Extasiada, dejó salir a relucir un par de lágrimas desde sus cristalinos ojos azules y sonrió sin fuerzas. Saúl, sin soltar la mano de su pelirroja, miró a su pequeño con admiración y orgullo, sintiéndose el hombre más feliz del mundo.

La partera, tras cortar el cordón umbilical, puso al pequeño en los brazos de su madre, que quedó prendada de su hijo desde un primer momento en el que lo vio. Saúl rozó levemente con la yema de sus dedos la cabeza del bebé, que dejó de llorar en el mismo instante que sintió el calor de los brazos de Micaela.
- ¿Qué nombre van a ponerle? - preguntó la partera quitándose los guantes, satisfecha de haber traído una nueva vida al mundo.
- Jorge... Se llamará Jorge Sánchez - contestó Saúl embobado mirando a su hijo y a su esposa.
Saúl se puso de rodillas y besó a Micaela. Tras el beso, los dos se miraron a los ojos, compartiendo su alegría y los volvieron al pequeño Jorge, que desde hoy, los había convertido en padres.

2 comentarios:

  1. Josh, muy bonito final para este capítulo, me gusta ver como se quieren Micaela y Saúl que ahora con la llegada del pequeño Jorge seguro que viven momentos preciosos... por otro lado me estoy muriendo de intriga por el tema de Katia y no me imaginaba un Alberto tan oscuro jajaja... de tal palo tal asitlla. Tendremos que esperar. Un beso

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    1. Muchas gracias, Anele :) Habrán algunos momentos bonitos de familia, sí :) En los próximos capítulos sabremos algo sobre lo qué oculta Katia por fin. Y Alberto... lo lleva en la sangre jajaja Gracias por leer y comentar, linda.

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