domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 7.

Año 2002. Habían pasado once meses desde la muerte de Beatriz y Santiago y la marcha de Micaela con Ezequiel a Valencia. Muchas cosas habían cambiado desde entonces, pero más cambiarían a partir de ahora. Micaela estaba a punto de cumplir 19 años y había comenzado sus estudios de periodismo, siguiendo el ejemplar modelo de su padre, que logró hacerse un nombre como uno de los mejores reporteros de los periódicos locales españoles, más reconocido aún tras su muerte. Seguía viviendo con Ezequiel, que se llevó el trabajo a casa y montó su propia consulta psicólogica en el piso que alquiló tiempo atrás.

Ezequiel salió del pequeño estudio en el que recibía a sus pacientes cuando ya era casi la hora de la cena. Micaela estaba en el salón viendo Pretty Woman en la televisión mientras engullía un dulce. Ambos estaban muy cansados, ya que Micaela se pasó la tarde entera realizando un trabajo para la universidad en el que tenía que hablar sobre el tráfico de drogas y Ezequiel, como cada día, intentando analizar mentes ajenas.
- Estoy deseando acostarme - aseguró Ezequiel desperezándose.- ¿Te apetece que hagamos burritos o pedimos mejor algo de comida?
- Yo estoy demasiado agotada como para meterme ahora en la cocina y tú tienes cara de estar igual que yo - bromeó Micaela riendo.- Me ha gustado más la idea de pedir comida.
- ¡La reina de la casa manda! - exclamó Ezequiel dándole un tierno y cariñoso beso en la frente de camino al teléfono.- Por cierto, me he dado cuenta de que hace ya un mes que Saúl no viene. ¿Va algo mal?
- No, no te preocupes, Ezequiel. Con Saúl todo es maravilloso, como siempre - dijo Micaela con una dulce sonrisa jugueteando con un mechón de pelo entre sus dedos.- Sólo que no ha venido para ahorrar más y poder quedarse más tiempo la próxima vez que venga.
- Me gusta mucho ese chico, Micaela. Aunque ha dejado de estudiar, es un chico trabajador, honesto y está a la vista que te quiere y que quiere estar contigo. Creo que si tus padres lo hubiesen conocido, estarían encantados con él - afirmó Ezequiel sentándose en el sofá junto a Micaela.
La tierna sonrisa de Micaela se tornó triste y melancólica. Ezequiel la cogió de la mano y ella dejó caer su cabeza en el hombro del psicólogo. Este suspiró, abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo.
- Los echo tanto de menos... - susurró Micaela recordando la muerte de sus padres.- Y me da tanta rabia que no hayan podido descubrir nada sobre su muerte... Me mata la incertidumbre.
- Estén donde estén, estarán orgullosos de ti, de quién eres, de cómo has seguido adelante con tu vida - dijo Ezequiel intentando animar a la chica.- Sigue mirando hacia adelante y algún día tendrás las respuestas que necesitas... La vida es así, por un motivo u otro, tarde o temprano, te da en mano las respuestas que has buscado siempre.
- ¿Te importa si te dejo solo cenando esta noche? Necesito dormir - preguntó Micaela decaída y bostezando.
- Claro que no, princesa. Vete a la cama y descansa, que ya mañana será otro día - Ezequiel le dio un beso en la mejilla a Micaela y esta se levantó del sofá, yendo a su habitación y tumbándose en la cama sin ni siquiera quitarse su bata gris.


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Un poco más lejos de allí, en Madrid, a lo largo de los once meses transcurridos, el periódico local que regentaban Santiago y Hernán, llamado antes "Valdés y Rojas" pasó a llamarse "Valdés y Bravo", y era dirigido ahora por Carla, la esposa de Hernán, y Federico Bravo, amigo del mismo. 

El periódico había alcanzado un mayor reconocimiento y prestigio tras la muerte de Santiago y algunas nuevas técnicas aportadas por Federico para aumentar las ventas. Tras la marcha de Hernán a Estados Unidos después de haber matado a Santiago y Beatriz, Carla se sentía muy sola con su marido y su hijo fuera y su mejor amiga muerta. Sin embargo, encontró un gran apoyo en su nuevo compañero, Federico, a quien Hernán le otorgó la gerencia de la redacción del periódico. Gracias al "Valdés y Bravo" y a Federico, Carla sobrevivía ante tanta soledad y aburrimiento. Sin embargo, hoy Carla estaba más feliz que nunca en los últimos meses y es que Alberto, el hijo que compartía con Hernán, volvía a casa después de tantos años estudiando en el extranjero.

Tras una junta directiva, Carla y Federico se quedan solos en la sala de reuniones hablando del regreso de Alberto. Carla se mostraba entusiasmada con el suceso y Federico compartía la felicidad de su amiga y compañera. Salieron afuera, al patio, a hablar sobre el tema.


- No quepo en mí de la felicidad, Federico - aseguró Carla entusiasmada.- ¿Sabes las ganas que tengo de abrazar a mi Alberto... Está tan mayor, tan guapo... No sé cuánto tiempo llevo esperando el momento de volver a tenerlo en casa.
 - Tiene que ser hermoso eso de tener un hijo, ¿verdad? - preguntó Federico.
- Más que hermoso, amigo... Realmente no encuentro una palabra o una definición exacta para hablar de la maternidad porque engloba demasiados sentimientos y emociones - respondió Carla pensando en la llegada del pequeño Valdés.- ¿Por qué nunca tuviste uno?
- Vaya pregunta - rió Federico, aborchonado.- Sólo me he enamorado una vez en toda mi vida, sólo una vez he querido que una mujer fuese mi eterna compañera y la madre de mis hijos... Pero era un amor imposible, un amor prohibido.
- ¿Entonces decidiste quedarte solo para siempre porque no podías olvidarla?
- Decidí quedarme solo porque no encontré ni encontraré jamás una mujer con ella... Con tantos defectos y errores que incluso hasta me encantaban - Federico alzó la vista al cielo y dejó caer una lágrima.- Nunca encontraré a nadie como ella.

Siguieron andando y llegaron a la puerta de la redacción. De pronto, un coche paró justo enfrente. Carla dio media vuelta y miró. Cuando vio que era Alberto el que se bajaba de aquel coche que iría a buscarlo al aeropuerto, Carla corrió hacia él. Federico contempló con una sonrisa como madre e hijo se reencontraban con un abrazo.
- Por fin te tengo aquí... - dijo Carla estrechando a Alberto entre sus brazos.


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- No puedo creer que Saúl no haya podido venir a mi cumpleaños... Me parece horrible de su parte.
Micaela estaba furiosa. Llevaba dos meses sin ver a su novio, era el día de su cumpleaños y la llamó para disculparse porque no iba a poder estar presente. Adriana, que había venido a visitar a su amiga, intentaba calmarla.
- Vamos a ver, cielo, entiéndelo, está trabajando, ¿qué quieres? ¿Que tire todo por la borda? A él le encantaría estar aquí, pero está trabajando para poder venirse aquí contigo - le recordó Adriana desesperada por el mal humor de su amiga.- ¿No lo entiendes?
- Claro que lo entiendo, Adri, pero yo quería que estuviese aquí conmigo, es mi segundo cumpleaños sin mis padres y quería que fuese como el anterior, con él, con Ezequiel y contigo... - dijo Micaela cabizbaja.
Entonces, se escucha la voz de Ezequiel:
- ¡Micaela, cariño, tienes una visita!

Micaela, extrañada, salió de su habitación. Mientras iba avanzando por el pasillo, sólo podía vislumbrar la imagen de Ezequiel mirándola sonriente. La chica estaba en ascuas hasta que llegó al salón y se encontró a Saúl, cargado de maletas.
- Aquí tienes tu regalo de cumpleaños - dijo Saúl con su encantadora y atractiva sonrisa.
Micaela, llorando, se abrazó al chico, al que no esperaba ver y menos con tantas maletas. Sujetándola suavemente por la cabeza, la besó intensamente, superponiendo un labio encima del otro, inundando con sus lenguas los recovecos más escondidos de sus bocas.
- ¿Por cuánto tiempo te vas a quedar? - preguntó Micaela sorprendida y feliz.
- Indefinidamente - contestó Saúl. Micaela no salía de su asombro. Ezequiel y Adriana estaban felices de ver a Micaela dibujando esa sonrisa tan sincera que se borró tiempo atrás.- Ezequiel me dijo que me podía conseguir un trabajo de camarero en un bar de un amigo suyo, ya se ha acordado todo, he alquilado un piso y podemos irnos allí juntos cuando tú quieras.
- ¿Estoy soñando?
- No puedes estar soñando porque tú eres mi sueño, Micaela Rojas.

Los chicos se volvieron a besar. Estaban tan enamorados que no podían vivir el uno sin el otro. Para Micaela, Saúl se había convertido en el chico con el que le gustaría formar una familia y envejecer, y para Saúl, Micaela había llegado a ser el gran amor de su vida también. Parecía que nada podía separarlos... Si la distancia no pudo acabar con este amor tan grande entre los dos, nada ni nadie podrá hacerlo, sólo la muerte.

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Mientras tanto, en Houston (Estados Unidos), Hernán hacía un año como residente americano. Tras algunas visitas a un especialista y algún que otro medicamento, Hernán consiguió borrar de su cabeza la imagen de Beatriz y Santiago atormentándolo. Para la policía, Hernán se había marchado del país en busca de una mejor suerte en los negocios tras haber dejado el periódico y, sin embargo, fue así, su suerte cambió para bien. Invirtió en bolsa y compró acciones de una empresa de energía eólica japonesa, que lo llevó a tener grandes beneficios y poder convertirse en el dueño de un lujoso hotel situado en Manhattan, que administraba a la distancia. En algunos momentos, Micaela estaba presente en él, pero parecía que su obsesión fue menguándose. Llamaba en alguna ocasión a Carla y Federico para saber el estado del periódico, satisfecho de saber que a su regreso el éxito de este subiría como la espuma con todos los contactos a los que tenía acceso ahora y con toda la riqueza que estaba en sus manos.



Era de noche y no había mucha gente en la calle. Hernán decidió coger el atajo de cada día camino a su apartamento. Aunque estaba más oscuro y era más solitario, llegaba más rápido a casa. En este día, mientras recorría la misma travesía de siempre, escuchó a una mujer gritando. Siguiendo los gritos, Hernán se orientó y fue al lugar donde procedían. Encontró a una joven extranjera, morena y bronceada, con unos hermosos ojos verdes y con unas curvas exuberantes que no tenían nada que envidiar a su bello rostro. La chica estaba herida, tenía un pequeño corte en el brazo y estaba tirada en el suelo. Hernán la ayudó a levantarse.
- Señorita, ¿está bien? - preguntó Hernán. Aunque sabe perfectamente hablar inglés, por la situación ni lo pensó dos veces y habló en español.
- Un ladrón me ha atacado y se ha llevado mi bolso, pero estoy bien, sólo que me duele un poco el brazo y las piernas... - contestó la chica también en español pero con un destacado acento ruso.- Me llamo Katia, Katia Vasilieva.
- Un placer, señorita Vasilieva. ¿Quiere pasar a mi apartamento para curarse la herida, tomar un café, un té...? - preguntó Hernán dirigiendo sus ojos al seductor escote de Katia.- Perdona, me llamo Hernán Valdés.
- El placer es mío, señor Valdés. No quisiera molestarlo, no es necesario, vivo a seis manzanas de aquí, aunque me da algo de miedo ir sola... - admitió Katia con cierto tono coqueto.
- La acompañaré y luego me volveré a mi apartamento. No pienso dejar que vaya sola después de lo que le ha pasado - dijo Hernán. Le ofreció su brazo para agarrarse.- ¿Vamos?
Katia asintió, asió el brazo de Hernán y comenzaron a andar al frente. Tuvieron una conversación muy amena en la que hablaron de sus trabajos.
- Trabajo en una joyería. Mi marido es el dueño, pero él está en Rusia, y siempre tenemos de clientes a personajes muy importantes. Mi punto fuerte es la persuasión, puede ser tan persuasiva que soy capaz de convencer a un cliente de comprar tres joyas cuando sólo tenía pensada comprar una - rió Katia divertida.
- Vaya, así que usted es una mujer muy manipuladora - bromeó Hernán sin dejar de mirar el atractivo cuerpo de su nueva amiga.- ¿Es aquí?
- Sí, aquí es, hemos llegado. No sé como agradecérselo, de verdad, quién sabe lo que podría haberme pasado si hubiera venido hasta aquí yo sola. ¿Hay algo que pueda hacer por usted? - preguntó Katia.
Hernán sacó una tarjeta del bolsillo de la chaqueta, cogió la mano de Katia, puso la tarjeta sobre ella y se la cerró.
- Llámeme y la invitaré a tomar algo - Hernán le guiñó el ojo y la chica sonrió ruborizada.
- Lo haré.

Katia entró en su piso y Hernán tomó el camino de vuelta a casa. Desde la ventana, Katia observó como Hernán se alejaba mientras marcaba un número en su móvil. El aire inocente, lozano y fresco de su cara se tornó maligno y misterioso.
- Vladimir, es nuestro hombre... Después de tanto tiempo espiándolo, estoy segura de que es nuestra mejor opción para poner en marcha todo.

4 comentarios:

  1. Increible Josh, cada vez la historia va a mejor. Me encanta el giro que esta teniendo. Me encanta Micaela y me encanta su historia. No te desanimes por visitas ni nada, tu sigue así que tus seguidores mas fieles siempre te seguiran (me incluyo). Por cierto me gusta muchísimo tu forma de escribir. :)

    Y Que decir de Ryan...................................... (babas)

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    1. Muchas gracias, Rachel :D En realidad aún conocemos poco de Micaela, pero poco a poco, la conoceremos más y encantará :D un besazo <3

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  2. Ahhhh!! Que bueno Josh, me encanta... siempre me dejas muy intrigada. La historia de Micaela y Saul me parece preciosa y estoy deseando ver que papel juega Alberto. Y nunca te he comentado nada de la música y quería decirte que siempre haces una gran elección. Tengo ganas de leer el siguiente.

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    1. Muchas gracias, Anele! :D A mí me encantan Saúl y Micaela, estoy enamoradísimo de ellos jajaja Alberto jugará un papel muy importante e interesante en esta historia. Y me alegra que escuches la música! Espero que te siga gustando :)

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