miércoles, 13 de noviembre de 2013

Capítulo 4.

Beatriz atravesaba Madrid a toda velocidad en su coche. Diminutas gotas de sudor resbalaban por su pálida frente y no paraba de darle vueltas a todo. El dolor de cabeza había aparecido en el peor momento.
¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar Hernán con su enfermiza obsesión por su hija? La amenazó con una pistola y había matado a Enrique. ¿La mataría también a ella? No le convenía hacerlo... Pero si lo hiciera, Micaela estaría menos protegida y a la merced del malvado hombre.
Beatriz, por primera vez en su vida, vio la muerte tan cerca que la sentía a su lado. Mientras conducía, cogió su móvil y marcó un número que no tenía apuntado en la agenda. Sin embargo, no era el mismo número que el de la persona que le recomendó a Enrique para su trabajo sucio, se trataba de alguien a quien la mujer le tenía tanta confianza como para encomendarle una tarea difícil.
- Soy Beatriz, necesito hablar contigo - dijo mientras tomaba bruscamente una curva a la izquierda.- No, escúchame, por favor. Quiero que tomes nota de todo lo que te diga y que, en caso de que me pase algo... Sigas mis instrucciones, por favor... Ya sé que no entiendes nada y que todo es muy raro, pero es cuestión de vida o muerta, mi hija y mi marido corren peligro.
Mientras Beatriz le detallaba un arriesgado plan a su enigmático colaborador, Santiago acechaba a su esposa desde atrás en el otro coche de la familia. Estaba confuso por la conversación que había escuchado... ¿Quién era ese hombre al que Hernán estaba disparando? No sólo eso, ¿qué hacía Hernán disparando a un hombre? ¿Qué tenía que ver Beatriz en todo eso? Su caos mental unido al dolor de descubrir que su mejor amigo no era quien parecía ser y que, además, llevaba años acostándose con su mujer lo estaban consumiendo a pasos agigantados.


La hija única de los Rojas no era consciente de lo que estaba pasando a su alrededor, no sabía en la situación tan terrible en la que se encontraba y menos que todo giraba en torno a ella. Su vida siempre había sido tranquila y ella creía que seguía así, pero su mundo se iba a desmoronar de un momento a otro. Estaba en la puerta del piso de Adriana con su mochila verde-limón a cuestas. Llevaba sin aparecer por casa desde que fue al instituto. Cuando acabaron las clases, aceptó la invitación de Adriana para comer ensalada de pasta en su casa y ahora había quedado con Saúl. Hacía una semana que el chico le había pedido que fuera su novia y tenía una necesidad indomable de verlo.
Saúl llegó en su particular Vespa donde su pelirroja lo estaba esperando. Nada más llegar, ambos se miraron sonrientes, cautivados el uno por la sonrisa del otro. Saúl silbó y Micaela corrió hasta la moto. Este le dio el otro casco que tenía y se montó detrás. Saúl arrancó la moto.
- Estás guapísima hoy - le dijo Saúl hechizado por los ojos azules de su novia que observaba por el espejo.
- ¿Hoy? ¿Eso quiere decir que los demás días soy una birria? - bromeó Micaela dándole un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja.- A ti te veo igual de guapo todos los días.
- Siento no poder decir lo mismo, porque yo cada día te veo más preciosa que el anterior - Micaela miró a un lado, sin saber qué hacer, miró al cielo y se mordió el labio. Saúl la volvía tan loca... Quizás se estaba enamorando por primera vez, quizás Saúl era ese primer amor que nunca se olvida. Sólo quizás...- ¿A cuántos chicos les has partido el corazón?
- ¿Partir el corazón? No soy de esas... Yo soy de las que acaban sufriendo y pasándolo mal porque el chico se cansa de ella o la deja por otra - confesó Micaela. Tenían que hablar muy fuerte, con el sonido del viento y de los coches apenas se escuchaban hablando montados en la moto.
- ¿Acaso es posible que alguien se canse de ti o encuentre alguien mejor que tú? Tengo 19 años y en mi vida he conocido a una chica tan perfecta e increíble como tú - Micaela sonrió y se agarró al chico, apoyando la cabeza en su espalda y rodeando su vientre con los brazos.
- Te quiero... - susurró Micaela débilmente para que Saúl no la escuchase.
Saúl aprovechaba cualquier momento adecuado para mirar el espejo y ver la cara de felicidad de Micaela por estar ahí, justo detrás de él y se sentía dichoso por tener a una chica tan maravillosa a su lado, por poder sentirla tan cerca de él. Saúl nunca había sido un romántico con sus conquistas, siempre se había comportado con ellas como la mayoría de los tíos lo hacen, pero Micaela había movido algo en su interior, había accionado algo que le exigía que tenía que quererla y tratarla como si fuera una princesa.
Frenó en seco. Micaela se sobresaltó. Esperó a que dijera algo pero Saúl permanecía en silencio. Había parado al lado de una tienda de Lacoste, justo a la izquierda de la boca de metro de la Gran Vía. Bajó y se quitó el casco. Ella sólo lo miraba, preguntándose porqué había parado allí.
- ¿Bajas? - notó que a Saúl le hacía gracia el que estuviera ahí, como una tonta, pasmada y embobada, perdida en sus labios.
- Sí, claro. ¿Pero puedes decirme qué hacemos aquí?
- Buena pregunta. ¿Pasa algo si no te contesto? - Saúl respondió a Micaela con otra pregunta. A Micaela le desesperaba eso, pero en Saúl le parecía tan encantador. La cogió de la mano y comenzaron a andar.- ¿Sabes algo? Nunca te he hablado de mi familia, ¿verdad?
- No, nunca has querido hacerlo, aunque tampoco hemos tenido mucho tiempo para contarnos todo sobre nosotros - dijo Micaela para tranquilizarlo, ya que lo veía algo alterado.- Tampoco es necesario que lo hagas, no quiero que te sientas obligado o forzado a contármelo.
- Mi madre murió el mismo día en el que yo nací... Sufrió una hemorragia y se desangró - soltó de sopetón Saúl, como si no hubiera escuchado ni una sola palabra de lo que le había dicho su novia.- Nunca he sabido lo que es tener una madre, nunca he experimentado lo que es llegar a casa del colegio y que tu madre te tenga un buen plato de comida en la mesa. ¿Sabes lo qué es perder una madre en el mismo día en que naces? ¿Y sabes lo qué es que tu padre te desprecie durante toda tu vida por haber sido "el causante" de la muerte de tu madre? Es lo peor del mundo...
- Saúl... Lo siento... Yo no sabía... - Micaela soltó la mano de Saúl y se quedó parada en mitad de la acera. El chico caminó dos pasos más, absorto en sus pensamientos, casi sin darse cuenta que Micaela se había quedado más atrás, inmóvil.
- No lo sientas, mi vida, no es tu culpa - se volvió hacia ella, sujetando su rostro con sus manos y mirándola fijamente a los ojos.- No tienes que sentir nada porque tú me has devuelto las ganas de vivir, las ganas de sonreír y de hacer locuras. Quizás te asustes porque esté diciéndote esto, pero gracias a ti ahora encuentro algo de felicidad en medio de tanto dolor. Estoy seguro de que mi madre te ha puesto en mi camino desde allí para arriba para darme cuenta que he estado perdiendo el tiempo toda mi vida, que no he hecho nada por labrarme un buen futuro, por ser alguien, por tener mi lugar... Tú eres la fuerza que me impulsa a darle puñetazos a todas las montañas de piedra que me encuentre frente a mí, tengo miedo de que esto se acabe, porque ahora que lo tengo todo, me jodería enormemente volver a quedarme sin nada.
- ¿De verdad significo tanto para ti? - Micaela estaba a punto de llorar de la emoción.
- No es que seas tanto, ¡es que eres todo! No tengo amigos, mi única familia es mi padre, que me odia, se pasa el día entero de bar en bar bebiendo y comiendo, sólo va a casa para dormir la mona... Creo que las únicas veces que he sonreído con ganas en toda mi vida ha sido viendo la tele. Y de repente, apareces tú, dándome todo lo que necesito y más. ¿Acaso no es razón suficiente para que te hayas convertido en todo lo que quiero y me hace falta? ¿Acaso no es razón suficiente para decirte que te quiero y que no quiero que esto acabe jamás?
- ¿Me... Me quieres? - no podía creerse todo lo que le estaba diciendo. Ella le había dicho hacía unos minutos lo mismo sin que lo escuchara y ahora él se lo está diciendo sin dudas, sin miedos, abiertamente.
- Te quiero, pelirroja, claro que te quiero... No sabes en el infierno en el que estaba hasta que viniste tú a rescatarme. Me importa una mierda que llevemos juntos una semana, como si llevamos dos horas, me conozco lo suficiente como para saber lo que siento por ti... Tenía miedo de decírtelo por si te asustaba saber que esto para mí va muy en serio y para ti quizás sólo es una manera de pasar el tiempo...
Saúl dejó de sujetar el rostro de Micaela y agachó la cabeza. Ella, con los ojos vidriosos, sonrió tiernamente y lo abrazó fuertemente.
- Yo también te quiero, cariño...
Saúl se sorprendió gratamente. Se esperaba cualquier respuesta excepto esa. Nunca había sido feliz hasta que llegó ella, hasta que llegó la que rompió todos sus esquemas y se convirtió en su refugio. Micaela dejó de abrazarlo, Saúl la miró y vio a su chica llorando.
- Voy a estar a tu lado siempre, jamás voy a separarme de ti, ¿me oyes? ¡Nunca! - aseguró la chica emocionada.
Saúl no pudo contenerse más y la besó allí, rodeados de gente, acorralados por una inmensa multitud que se iba disolviendo mientras ellos iban besándose. Eran felices, los dos. Saúl se topó con la salida de su laberinto y Micaela con el chico con el que quería estar para siempre y compartir su vida.

Beatriz había llegado al lugar donde se citó inicialmente con Hernán, al lugar donde Hernán le dio muerte a Enrique y donde esperaba ansioso a su ex-amante para darle su última oportunidad. Bajó la misma escalera por la que descendió Enrique antes de ser asesinado. Santiago continuaba siguiendo a su esposa por todo el camino, angustiado, sin saber hasta dónde podía llegar aquella historia. El patriarca de la familia Rojas escuchó un grito desesperado y corrió por el camino por el que la mujer había pasado antes.
El cadáver de Enrique seguía en aquella silla, atado, con tres orificios de bala en su cuerpo. Hernán rió por el impacto que le había causado a Beatriz ver esta imagen.
- Sabía que esta vez no me fallarías... - dijo Hernán con un aire malévolo en su semblante.- ¿Querías verme muerto, mi amor? - Hernán se acercó a ella, que estaba al borde de un ataque de ansiedad, apenas podía respirar. Comenzó a arrastrar su pistola por los pechos de Beatriz mientras deslizaba la lengua por su cara.- ¿Querías matarme a mí después de tanto placer que te he dado y de tantos momentos juntos?
- ¡Suelta a mi mujer! - exclamó Santiago apuntando con una pistola a Hernán desde la puerta.
- Vaya, vaya... Santiaguín ha sacado las garras - Hernán estaba divirtiéndose, le complacía el dolor ajeno, le encantaba ver a los demás sufrir y más si él era el causante de ese sufrimiento.- ¿Le has cogido la pistola al asesino que tu mujer contrató para matarme?
- ¿Cómo? - preguntó Santiago sorprendido.
- ¡Cariño, no le escuches, por favor, vete y llévate a Micaela lejos de aquí, llévatela! - Hernán golpeó a Beatriz con la culata de la pistola en la boca, estallándole el labio inferior. Beatriz comenzó a llorar mientras su suéter se llenaba de sangre y se iba debilitando, tanto que acabó por sentarse en el suelo, hecha añicos. Santiago se acercó a Hernán corriendo, furioso, pero este fue más rápido y le disparó en la pierna, haciendo que se desplomase. Santiago emitió un grito de dolor que hizo retumbar las paredes del sótano. Hernán difícilmente podía coger aire entre carcajada y carcajada mientras se acercaba para coger la pistola del muerto.
- Estamos aquí todos... Sólo falta la preciosa Micaela - Hernán mostró su móvil a los padres de la chica para burlarse de ellos.- ¿Habrá que hacerle una llamadita para que la traiga su noviecito en la moto?
- ¡Deja a mi hija en paz, hijo de puta! - vociferó Santiago apretándose la herida en la pierna, por la cual no dejaba de salir sangre, con los dedos índice y corazón.
- ¡Quiere llevársela, Santiago! ¡Está enfermo! ¡Quiere a nuestra hija para él! ¡Quiere abusar de ella! ¡No dejes que lo haga, por favor! - rogó Beatriz con dificultad debido al labio reventado y a las lágrimas que se desprendían de sus ojos.
Hernán se puso de cuclillas, a la derecha de Beatriz y olfateó su pelo como si se tratara de un enfermo mental. Santiago contemplaba la escena horrorizado.
- Algún día, tu hija será mía y haré con ella todo lo que me apetezca... - murmuró Hernán mientras se incorporaba y se colocaba detrás de ella. Beatriz quería matarlo, quería levantarse y arrancarle la piel a tiras, pero ella estaba desarmada, igual que Santiago, ambos estaban heridos y a merced de aquel hombre que se había convertido en un completo desconocido para ellos. Situó el punto de mira de su arma en la nuca de Beatriz.- A fin de cuentas, seguro que folla mucho mejor que tú...


De pronto, Hernán elevó la pistola. El sufrimiento de Santiago tras saber que su mejor amigo era el amante de su mujer y un psicópata asesino llegó a su final cuando la quinta bala que disparó colisionó directamente con su corazón, acabando con su vida en décimas de segundo. Su camisa blanca se tiñó de rojo oscuro a medida que su luz se iba apagando. El lamento de Beatriz podría haber sido semejante al rugido de un animal destrozado. Sacó fuerzas de donde no las tenía y se levantó, golpeando fuertemente en la cara a Hernán con el puño y haciendo que se diera de bruces contra el suelo. Beatriz corrió hacia Santiago.
- ¡Mi amor, por favor, no te vayas, te lo suplico, no me dejes aquí sola, sálvanos a Micaela y a mí! ¡No me dejes! ¡No me imagino una vida sin ti, no me imagino estar sin ti! ¡Vámonos de aquí! ¡Vámonos lejos! - Beatriz berreaba como una loca. Había perdido la cordura. Los acontecimientos habían hecho que perdiera el juicio. Hernán, recuperado de la caída, disparó contra Beatriz, que lloraba la muerte de su esposo, tomando el cadáver entre sus brazos. El proyectil penetró la cabeza de Beatriz, que cayó fulminada justo encima de su esposo.
Las cosas se habían complicado... Todo se había complicado. El lugar estaba lleno de sus huellas y habían tres cadáveres allí. Santiago y Beatriz habían muerto a manos del hombre que formó parte de sus vidas desde tiempos inmemorables y todo por una maldita obsesión.
Micaela, en la moto detrás de Saúl de nuevo, tuvo un mal presentimiento. Se le metió en la cabeza que algo iba mal, pero no estaba segura de qué era... Sólo estaba segura de que quería ir a casa y darle un abrazo a sus padres. No sabía porqué, pero necesitaba darles cariño a aquellas dos personas que le dieron la vida y todo lo que necesitaba desde su nacimiento, quería decirles a los dos los mucho que los quería, recordárselo, ya que hacía años que no lo hacía. Sintió esa necesidad melancólica y el miedo de que llegue el día en que no estén con ella y no pueda decírselo... Sin figurarse que ese día acababa de llegar.

12 comentarios:

  1. Josh, sabes que me encanta esta historia. Sabes que me encantas como escribes.
    Dejame decirte que lo único que no me gusta es que me hagas esperar una semana para leer el siguiente capítulo.
    Me tienes intrigada y confudida jajaja ¿Qué va a pasar con la pobre de Micaela?
    Por cierto Odio a muerte a Hernán...
    ¡Sube el siguiente ya!

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    1. Me alegro mucho de que te guste, espero que también le guste a los demás :) jajaja eso pretendo, intrigar y confundir... Ahora Micaela empieza una nueva etapa de su vida como huérfana y, bueno, Hernán es de lo peor.
      Gracias :D

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  2. Buenisima la historia, que día publicas???

    Saludos

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    1. Muchas gracias! Ahora mismo solo el miércoles, pero en dos semanas también publicaré el domingo :)

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  3. Ay Josh!! leí esta mañana el capítulo en el móvil y hasta ahora no he podido conectarme... me tendrás en ascuas esperando que va a ser ahora de Micaela... no esperaba que muriera Santiago, pero así es mucho más trágico. Estoy deseando que comience la venganza jajajaja (risa malvada). Felicidades sigue así porque la historia engancha ;)

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    1. Muchísimas gracias por leerme y dejar comentarios, me animan mucho :) Micaela tiene una vida marcada por la tragedia... De un principio tenía pensado matar a Beatriz y Santiago aunque me dio algo de pena. Cuando llegue la venganza, será la parte que más imaginación tendré que echarle a esto. Muchas gracias, Anele, un beso :D

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  4. ¡Ay no omg! Hernán es un sádico ;_; pobre Micaela, se quedó solita :(. Pero al menos tiene a Saúl y ¿No irá a caer en la casa de ese loco de Hernán verdad? Me gustó mucho tu novela, estoy intrigada totalmente. jajaja Saludos:)

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    1. Muchas gracias por leerlo :D intentaré hacer que Hernán sea el personaje más odioso que habráis conocido nunca! Micaela seguirá sufriendo... Aún tiene que pasar por algunas desgracias más antes de comenzar su venganza. Un beso :)

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  5. Uffff ya los lei todo de una sentada !!!! EXCELENTEEEEEEE, simplemente me gusta un mundo... un besazo y no se desanime que su blog es bueno, poco a poco los views van a ir subiendo !!!!

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    1. Muchas gracias por leerlo, me alegro que te haya gustado :D un besazo enorme

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  6. Al igual que Gladymar también lo he leído todo de una sentada, es muy bueno y seguro me tendrpas por aquí, con cada publicación

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    1. Me alegro muchísimo, Bea. Espero cumplir y superarme más :)

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